Ilíada, 14 XIV, 352-378 Poseidón ayuda a los Aqueos
352 Tan
tranquilamente dormía el padre sobre el alto Gárgaro, vencido por el sueño y el
amor y abrazado con su esposa. El dulce Sueño corrió hacia las naves aqueas
para llevar la noticia al que ciñe y bate la tierra; y, deteniéndose cerca de
él, pronunció estas aladas palabras:
357 -¡Posidón!
Socorre pronto a los dánaos y dales gloria, aunque sea breve, mientras duerme
Zeus, a quien he sumido en dulce letargo, después que Hera, engañándole, logró
que se acostara para gozar del amor. 361 Dicho esto, fuese hacia las ínclitas
tribus de los hombres. Y Posidón, más incitado que antes a socorrer a los
dánaos, saltó en seguida a las primeras filas y les exhortó diciendo: 364
-¡Argivos! ¿Cederemos nuevamente la victoria a Héctor Priámida, para que se
apodere de los bajeles y alcance gloria? Así se lo figura él y de ello se
jacta, porque Aquiles permanece en las cóncavas naves con el corazón irritado.
Pero Aquiles no hará gran falta, si los demás procuramos auxiliarnos
mutuamente. Pero, ea, procedamos todos como voy a decir. Embrazad los escudos
mayores y más fuertes que haya en el ejército, cubríos la cabeza con el
refulgente casco, coged las picas más largas, y pongámonos en marcha: yo iré
delante, y no creo que Héctor Priámida, por enardecido que esté, se atreva a
esperarnos. Y el varón, que siendo bravo, tenga un escudo pequeño para proteger
sus hombros, déselo al menos valiente y tome otro mejor. 378 Así dijo, y ellos
le escucharon y obedecieron.
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