Ilíada 09 IX, 162-191
Asamblea y expedición para rogar a Aquiles que vuelva al combate
162 Contestó Néstor, caballero gerenio:
163 -¡Gloriosísimo Atrida! ¡Rey de hombres, Agamenón! No son despreciables
los regalos que ofreces al rey Aquiles. Ea, elijamos esclarecidos varones que
cuanto antes vayan a la tienda del Pelida. Y, si quieres, yo mismo los
designaré y ellos obedezcan: Fénix, caro a Zeus, que será el jefe, el gran
Ayante y el divino Ulises, acompañados de los heraldos Odio y Eunbates. Dadnos
agua a las manos a imponed silencio, para rogar a Zeus Cronida que se apiade de
nosotros.
173 Así dijo, y su discurso agradó a todos. Los heraldos dieron en seguida
aguamanos a los caudillos, y los mancebos, coronando de bebida las crateras,
distribuyéronla a todos los presentes después de haber ofrecido en copas las
primicias. Luego que hicieron libaciones y cada cual bebió cuanto quiso, salieron
de la tienda de Agamenón Atrida. Y Néstor, caballero gerenio, fijando
sucesivamente los ojos en cada uno de los elegidos, les recomendaba mucho, y de
un modo especial a Ulises, que procuraran persuadir al eximio Pelión.
182 Fuéronse éstos por la orilla del estruendoso mar y dirigían muchos
ruegos a Posidón, que ciñe y bate la tierra, para que les resultara fácil
llevar la persuasión al altivo espíritu del Eácida. Cuando hubieron llegado a
las tiendas y naves de los mirmidones, hallaron al héroe deleitándose con una
hermosa lira labrada de argénteo puente, que había cogido de entre los despojos
cuando destruyó la ciudad de Eetión; con ella recreaba su ánimo, cantando
hazañas de los hombres. Patroclo, solo y callado, estaba sentado frente a él y
esperaba que el Eácida acabase de cantar.
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