Ovidio Amores III, 14 Texto original en latín
Hermosa
como eres, yo no rechazo que peques,
Sino
que me sea indispensable saberlo para desdicha mía;
Ni
mi censura ordena que te vuelvas púdica,
Sin
embargo, te ruega que intentes disimular.
No
peca la que es capaz de negar haber pecado,
Solo
la culpa declarada le da mala fama.
¿Qué
furor hay de sacar a la luz lo que oculta la noche,
Y
referir públicamente lo que hagas en secreto?
La
meretriz a punto de entregar su cuerpo al primer desconocido
Aparta
antes al público echando el cerrojo;
¿Expondrás
tú las faltas de tu mala fama
Y
llevarás a cabo la delación de tu delito?
Sé
más inteligente, al menos imita a las honradas,
Y
aunque no seas virtuosa, pueda yo pensar que lo eres.
Lo
hecho, hecho está; ¡Solo niega haberlo hecho,
Y
no te dé vergüenza decir cara a cara palabras modestas!
Hay
un sitio donde sacar afuera el vicio; ¡Llénalo
Con
todas las delicias, y que el pudor esté lejos de allí!
Justo
cuando lo hayas dejado, toda lascivia más lejos
Ausente
esté, y depón los delitos en tu cama.
Allí
no tengas pudor de quitarte la túnica
Ni
de que se apoye muslo sobre muslo;
¡Que
allí roce la lengua con labios encarnados,
Y
el amor haga mil figuras de Venus;
Que
allí ni las voces ni las palabras complacientes cesen,
Y
la cama lasciva tiemble con el movimiento!
Viste
tu rostro con el ropaje temeroso del delito,
Y
que el pudor niegue la obscena faena;
¡Engaña
al público, engáñame; déjame errar ignorante,
Y
permítaseme disfrutar de mi estúpida credulidad!
¿Por
qué veo tantas veces las notas que envías y recibes?
¿Por
qué apenas advierto espacio de tu lecho que no esté hundido?; ¿Por
qué el alboroto de tus cabellos no es de dormir,
Y
percibo que tu cuello tiene la marca de los dientes?
Sólo
a mis ojos mismos no llevas el delito;
¡Si
no vacilas de respetar tu fama, respétame a mí!
Pierdo
el seso y muero cada vez que me confiesas haber pecado,
y
una sangre gélida fluye por mis miembros.
Ora
amo; ora odio en vano lo que es necesario amar;
¡Entonces
yo, pero contigo, quisiera estar muerto!
Nada
buscaré sin duda, ni lo que trates de ocultarme
Rastrearé;
y el engaño tendrá la importancia de un deber.
Pero
si te sorprendo en medio de la culpa,
Y
tus infamias han de ser vistas por mis ojos,
Lo
que bien hayan visto, bien nieguen haberlo visto -
Cederán
mis ojos a tus palabras.
Fácil
es para ti la palma por vencer a quien desea ser vencido,
Sólo
con que tu lengua se acuerde de decir : «Nada hice».
Con
dos palabras te toque en suerte superarme,
¡Aunque
sin motivo, vence por tu juez!
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